lunes, 1 de marzo de 2010

AL FÚTBOL SE VIENE CON CHUBASQUERO (o cómo hacer de nuevo amigos en la fila 9)



Hay días en los que es mejor no haberse levantado de la cama. Tal y como ilustra la siguiente historia:

Cuentan que una vez un hombre se despertó un domingo con la firme intención de ir al Cartagonova a ver jugar a su Efesé contra el Betis. Se trataba de un partido histórico, de esos que puedes usar con el paso de los años para decirle a tus nietos "yo estuve en el Cartagonova cuando vino el Betis, dos temporadas antes de que jugaramos la Champions", por lo que nuestro querido amigo llevó consigo al partido a su señora esposa y a su hijo; con la sana intención de crear un grato recuerdo en la infancia de su niño, nada más lejos de la realidad...

Nuestro protagonista, cargado de valor, llegó al estadio sin la entrada en sus manos; convencido de poder comprar el preciado objeto en las taquillas del club o, si la suerte le acompañaba, a menor precio mediante la reventa que rondaría los aledaños del estadio.

La jornada no podía ir mejor, acababa de conseguir dos entradas por un precio mucho menor que el que le costaría en taquilla; un amable joven que no estaba interesado en ver el partido se las acababa de revender. Prestos y audaces; nuestro protagonista, su esposa, su hijo y su paraguas caminaban por la rampa que les llevaría hacia la correspondiente puerta del estadio. La alegría de nuestra familia protagonista (paraguas incluido) alcanzó su cénit cuando llegaron a sus asientos y comprobaron las buenas vistas que tenían del césped, así como la compañía de la que podrían disfrutar cada vez que giraran las cabezas hacia la fila trasera, donde se encontraba un joven y apuesto aficionado, ataviado con su camiseta y bufanda del Efesé; y con un rostro que, pese a sentir los estragos del sueño y del cansancio, no perdía un ápice de su sensualidad.

Nada podía ir mal, el día era perfecto; un gran partido en una inmejorable compañía y con un estadio que presentaba sus mejores galas. Pero el día de nuestro héroe comenzaba a torcerse, corría el minuto 6 cuando el rival perforó la meta del equipo de sus amores. Pero el dolor que sintió con ese gol no se puede comparar a la humillación de la que fue víctima gracias al maldito paraguas que la puta (licencia del autor) de su mujer osó sacar cuando asomaron las primeras gotas sobre el recinto del equipo portuario. Un joven situado en la fila trasera (ni por asomo con un ápice de la sensualidad y carisma que portaba el aficionado que nombrábamos anteriormente) le espetó educadamente la contrariedad que ocasionaba su acción (apertura de paraguas) sobre su bienestar y confort visual (sobre el terreno de juego). Para mayor comprensión del lector reproducimos el diálogo:

Joven educado: - Perdona, puedes bajar el paraguas, es que no veo
Puta: - Si lo bajo me voy a mojar
Joven educado: - Pero es que entonces no puedo ver
Puta: - Pues yo no me voy a mojar
Joven educado: - es que AL FUTBOL SE VIENE CON CHUBASQUERO
Puta: - ¡Yo vengo con lo que me da la gana!

La conversación prosiguió por unos derroteros que hacen excesivamente ardua la tarea de su reproducción, sí podemos contarles, queridos lectores, que según testigos presenciales, un ser conocido como "Senaca senior" (o "tienes semen en la boca") haciendo un violento y amenazante gesto con sus manos, avisó de la posible rotura del susodicho paraguas si no cesaba la discusión. Es necesario aclarar que el mencionado "Senaca senior" portaba consigo un considerable mosqueo vital debido a una noche acompañada de un buen cólico nefrítico (nada que no pueda arreglar [y arregló] un buen tacto rectal).

La jornada ya se había torcido para nuestra idílica familia: su equipo estaba perdiendo y casi llegaban a las manos con dos seres amenazantes y comedores compulsivos de pipas. Nada podía ir peor, pensaba nuestro héroe familiar; hasta que llegó el minuto 30...

No, el Betis no marcó su segundo gol, aunque nuestro protagonista lo hubiera deseado si pudiera haberlo elegido como opción con la condición de evitar los sucesos y humillaciones posteriores. ¿Qué pensarías si estás sentado en el asiento de tu estadio y de repente aparecen dos Policías Nacionales requieriendo tu entrada? Sí, esa entrada que habías comprado en la reventa...
¿Y si esos policías van a acompañados de dos abonados que casualmente se sientan cada quince días en esos asientos y que han denunciado el hurto de sus entradas?
Sí, así es, lo que estáis pensando; que seriais acusados del hurto de esas entradas (el amable joven que le revendió las entradas comenzaba a entrar en sus pensamientos...)
No hay nada mejor que ir un domingo a tu estadio y salir acompañado de la Policia Nacional mientras discutes acaloradamente con ellos (esta vez sin paraguas de por medio) con el consiguiente sonrojo de su mujer y su hijo (qué grato recuerdo guardará de su primera visita al Cartagonova...).

La mañana ya se había completado, la familia abandonaba apesumbrada el recinto de la rambla Benipila tras haber visto el partido en un bar adyacente al estadio. La familia volvía al anonimato y se confundía entre los miles de aficionados que iban camino de sus hogares. Todo parecía volver a la normalidad, todo había quedado en un triste malentendido; hasta que a la altura de un paso de peatones de un semáforo de la Alameda nuestro héroe familiar distinguió un rostro conocido...sí, era él, el joven amable que les había revendido las entradas...pero nuestro héroe hizó honor a su calificativo y sin dudar un momento fue en su búsqueda (enésimo sonrojo para mujer e hijo) para hacer Justicia.

Todo iba a volver a su cauce, la familia volvería a casa tras haber escarmentado al estafador de la reventa; el problema es que nuestro padre de familia no fue capaz de tener en cuenta que quizá la salida de un estadio al que asistieron doce mil personas estuviera atestada de policías. Y ese hecho fue el que provocó que una policía local tuviera que cortar el tráfico de una las principales vías de Cartagena para evitar que la discusión del marido de la puta del paraguas y del revendedor de entradas acabara en ríos de sangre...y tras este percance quien escribe estas líneas se dirigió hacia su lugar de trabajo sin saber dónde acabarían nuestro héroe, su hijo, la puta, la policía, el revendedor y, sobre todo, el gran protagonista de esta historia; el paraguas.



Dedicado a la familia Senac xD

4 comentarios:

Kurropoe dijo...

ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh pringaos! yo le daba con el paraguas al vendedor, al abonado, al policia y al de la fila 10 por quejica, y ya puestos al narrador de la historia por irse corriendo despues del partido... juuuas

Cu... dijo...

jajajajajajajajajajaja puta de mierda! como me encendió la muy cabrona... típica cartagenera de educación -1. el año que viene me compro mi abono y el de los 8 asientos que me rodean... cagoenlaputa... la muy zorra me tapaba medio campo por no pegarse el puto paraguas a la cabeza... en plan ande mi potorro seco jódase el resto del mundo.

Pobre chaval... vaya lecciones de vida más feas aprendió el domingo

juas! q bueno! yo en el lugar del joven apuesto me hubiera dedicado a seguirlos para ver como terminaba la historia, en vez de irme a currar!

Gran historia! Para rendondearla sólo hubiera faltado que la policia nacional les hubiera puesto una multa por comprar entradas en la reventa, cosa que está prohibida y es motivo de sanción económica. saldo de la mañana: -(40+multa) €

Ál dijo...

dios puta fila 9, el año que viene a la puta tribuna en asiento con calefaccion y sin paraguas o bolsas de basura como chubasquero

Cu... dijo...

http://foroefese.informe.com/hurto-de-entradas-dt4539.html

flipa loco!!!